Si
iniciar el esbozo de un proyecto o materializar un sueño pareciera en sí mismo
algo lejano e imposible, llevarlo a cabo, representa aventarse un tiro con la
espesura variopinta de nuestra existencia y los bemoles que la vida y sus circunstancias
nos ponen a cada paso.
Ahora,
que navegamos nuevamente otro oleaje infeccioso y que el encierro va tomando
cada vez más tintes de perpetuidad, sólo resta a los temperamentos sensibles
asirnos a nuestros fetiches e intentar crear un no mundo para transitar la
debacle de lo que conocimos alguna vez como normalidad.
LVB
es un trabajo que da cuenta de ello. Sale a flote en tiempos aciagos para
remarcar que la imaginación puede ser un vastísimo universo para explorar otras
latitudes. Pieza de orfebrería meticulosa por donde se le mire. Estamos frente
a una alegoría bien ejecutada y trabajada por el equipo capitaneado por Gabo Sosa en la historia y guion, Eme de Armario en el arte y Renato Quiroga en el color, diseño y
rótulos.
Haciendo
homenaje o tomando como personaje principal al portento alemán, LVB nos muestra
una narrativa en paralelo a todo lo que se pudo, puede o se seguirá aportando
en torno a la figura de Beethoven en distintas ramas. Un mundo "improbable" bañado de retrofuturismo nace en estas páginas que viven y ven la luz en la mente
del que teje historias que alguna vez pensó leer y que abren un abanico de
bifurcaciones estilísticas para echar rienda suelta a la imaginación de viejos
y nuevos lectores de novela gráfica en nuestro país.
Las
ventanas a las que nos enfrentamos en cada una de sus viñetas, invita a
universos alternos de alta fidelidad gracias al color que Renato le imprime sin reparos, instalándose en la psique de forma
natural. El arte de Eme de Armario en
cada cuadro crea instantes de profunda orfandad, soledad, abusos, ternura y por
otros rumbos, se estaciona en la sobriedad que requiere el guion y la
alucinación que lo contiene. Todo esto se logra con creces. Y me detengo en lo
anterior como simple diletante del arte en general: sólo basta dejar a la
sensibilidad hacer su magia.
LVB
invita a dialogar con cada uno de los personajes que aparecen en sus páginas. No
importa de dónde vengan. No importa en qué tiempo o tiempos se cuente la
historia. No importa sin son parte medular de lo que se está planteando o son
mero accidente provocado. Su esencia vive en seducir al lector de forma sutil y
llevarlo a que él complete la historia; que reste o sume a su diálogo interno y
obtenga una visión personalísima del universo al que ha sido invitado: ser cómplice
de la lectura y el arte de sus creadores en el silencio.
Seguramente LVB quedará en el recuerdo entrañable de sus primeros lectores como el aviso de que nuevas cosas se estarán cocinando en el horno de Gabo y su equipo para deleite de sus seguidores. Y en lo sucesivo, sigan dando de qué hablar en la escena del comic nacional. Recomiendo ampliamente se hagan de un ejemplar, seguro estoy, no saldrán indemnes de su territorio. Pese a ser una lectura ágil, no demerita en lo absoluto la calidad de la obra. LVB pone de manifiesto que la brevedad también puede llegar a ser extraordinaria en este mundo al revés.