Todo lo demás, es la mirada hacia el marasmo burocrático que todo lo colma y todo lo arrastra en este país de desventuras y sueños a la “México 2000” filmada por allá de 1983. La rutina, ese espacio circular y ambivalente que se cuela por los quicios de la existencia con un rumor apenas perceptible y que nos condena a estar postrados más de treinta años en oficinas de todo tipo desgastando los días, es uno de los temas que aborda la cinta. Tan solo basta con despertar una vez más y enfrentar la cotidianidad como Doña Flor –Adriana Barraza- en un papelón, para cerciorarse de lo circular que puede llegar a resultarnos en ocasiones la vida. Ya sea en los proteicos temperamentos “mentalidad de tiburón” que pululan por doquier, en las horas perdidas en una oficina gubernamental, en las travesías dentro del metro para salir y regresar a casa, en las mascotas, en las añoranzas, o en las voluntades que se mueven a paso de oruga reclamando un lugar en el mundo, la película logra su cometido en dosis muy sutiles y profundas, infectando todo a su paso. De pocos diálogos, planos muy largos, buena fotografía, sonido ambiental que hace que la ciudad hable por sí misma en los trayectos y el retrato de las soledades que nos habitan Todo lo demás coloca la daga en un horizonte lejano y difuso, que tal vez, nunca llegará, y de ser así, que nos agarre confesados.
martes, 13 de octubre de 2020
martes, 6 de octubre de 2020
En busca de las ausencias
Mientras
la existencia se esfuma en el redil de los días, existen temperamentos curiosos
que reverberan cualquier tarde otoñal. De una sensibilidad sigilosa y
fantasmal, esta novelita espejea las ausencias que habitan escondidas en las
cuevas de los recuerdos más difusos. ¿Qué tanto es verdad lo que me cuento?
¿Habrá sido solo un sueño? ¿El mundo será más tratable si lo imagino? ¿En
verdad existo? Caballo fantasma arroja
la primera piedra y se esconde en la espesura de un bosque que podemos
reconocer si miramos hacia dentro de nuestros silencios. Sus letras provocan un
mosaico de sentimientos de alto espectro y en otros parajes se estaciona en
sensaciones de orfandad infinita. Desde el silencio, la cautela, la paciencia,
la transparencia, las referencias literarias que se agradecen, la actitud
confesional y los parajes de un universo imaginado, su lectura cala hondo: reflexionando sobre los que ya no están, los
amores recorridos y extraviados, la familia y su condición, los lazos de
amistad que pensamos serían permanentes. Todo esto confeccionado de una forma
brutalmente delicada y excepcional. Me
aventuro a decir que al surcar sus páginas un mundo fantasmagórico cobra vida y
cada quien galopa las circunstancias de la existencia en un caballo como
símbolo permanente.